Un dios vengativo: una lectura de Caín, de José Saramago

Pareciera que ese tal dios que ha regido el destino de muchos todos estos siglos no es ni mucho menos el mejor. En Caín, José Saramago aprovecha para retratar a ese dios vengativo, cruel e intolerante con las criaturas a quienes dio vida.

El pensamiento de Caín debe ser el de millones de personas hoy en día, pero también opuesto al de otros tantos, que siguen creyendo en la consabida frase de que “los designios de dios son inescrutables”, frase que por cierto también le critica Caín a un ángel en una de las tantas conversaciones que sostiene este personaje bíblico a lo largo de su peregrinaje.

Desde el inicio de la historia Caín está molesto con la expulsión de sus padres, Adán y Eva, del paraíso. Se pregunta por qué si no podían comer del árbol del Bien y el Mal el mismo dios lo plantó allí. ¿Una prueba? ¿Quería probar su fuerza de voluntad? ¿Saber si alguno de los dos flaqueaba? Muy típico no solo de dios sino de muchas conciencias que se creen superiores eso de exigirle a los otros lo que ellos no están ni lejos de cumplir, pues ese dios no hace precisamente gala de algún tipo de ética que genere encomio.

En su peregrinaje observa cómo dios le pide a Abraham, por ejemplo, que asesine a su hijo Isaac como muestra de fidelidad. También está presente en la devastación que sufren Sodoma y Gomorra, en la masacre en el monte Sinaí y conoce y pide explicaciones del por qué a Job le quita todos sus bienes y le llena el cuerpo de llagas, sabiendo que él es un hombre bueno, honesto y religioso.

La postura de Saramago en esta novela es clara: nos han vendido el cuento de que dios es amor, perdón, misericordia, pero en verdad es un dios que le encanta la venganza, la guerra y no duda en enviar a matar madres, niños y hombres honestos, además de animales. El nobel portugués desacraliza esa figura celestial para mostrar su verdadera cara, poco amable por cierto, asemejándola a cualquier dictadorzuelo tropical.

Seguramente para quienes conocen más a fondo la historia bíblica el libro ofrecerá más información o datos que se presten para la discusión. Como puede ser común en cuanto a temas religiosos, cualquier postura será solo una opinión, no una verdad, aunque la iglesia romana quiera edificar verdades sobre entelequias.

Razón tiene Saramago cuando, en alguna parte de la historia, tal vez queriendo relajar los ánimos de los lectores, afirma: “La historia de los hombres es la historia de sus desencuentros con dios, ni él nos entiende a nosotros ni nosotros lo entendemos a él”. Por ello los debates en torno a ese dios católico parecen perennes: la falta de entendimiento entre los humanos y la divinidad genera discusiones bizantinas infinitas.

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La taxidermia: de pasiones olvidadas

Julio Paredes, Aves inmóviles, Alfaguara, 2019, 175 pp.

Lograr acercar al gran público temas tan especializados como la taxidermia es sin duda un reto. Hacerlo además sin mayores tecnicismos y a ello sumarle de fondo la crisis existencial y financiera de un hombre supone una historia muy atractiva. Aves inmóviles, del bogotano Julio Paredes, no solo es un libro distinto en la literatura colombiana, sino un acierto porque a través de una escritura fina, delicada, pensada, nos va llevando por ese infierno interior en el que deambula Ricardo, el protagonista.

Lleno de deudas, padeciendo la soledad típica de una ruptura luego de más de diez años de relación con su mujer, Inés, y huyéndole a la hipoteca de su casa, Ricardo decide tomar un encargo más bien extraño para un taxidermista: el montaje del caballo Saturno. Los hijos del dueño del caballo decidieron inmortalizar su espíritu y para ello contratan a Ricardo, uno de los pocos taxidermistas –sino el único– que quedan en Bogotá.

En un principio la novela parece que nos conducirá en algún momento a una sesión única de disección en la que se develarán misterios y Ricardo saldrá triunfante luego de hacer el montaje de Saturno y descubrir que su piel, sus ojos, sus movimientos quedaron para siempre inmortalizados en esa figura que quizá se exponga en una urna en la finca del dueño, como un trofeo. Pero no es así. Porque a la par de que Paredes va contando los miedos de Ricardo de hacer el montaje –él solo ha hecho trabajos pequeños de taxidermia con guacamayas y otra clase de aves, nunca con animales del tamaño de un caballo–, también nos enteramos de que a él le han descubierto una cavidad en un pulmón y tendrá que hacerse exámenes para saber qué es lo que tiene.

Aves inmóviles habla tanto del deterioro humano como del animal, de las relaciones que se echan a perder, de los cuerpos que están ya muy cerca de un umbral desde donde se observa el máximo dolor.

Si quisiera uno tener el ánimo de sintetizar Aves inmóviles me aventuraría a decir que es una historia sobre las imposibilidades. Y sobre lo irremediable. Paredes pone en juego algo muy interesante en la novela y es la intuición que tenemos para abordar o no determinados proyectos en la vida. Otro de los temas es también la soledad y cómo debemos adaptarnos al deterioro, a la vejez, a ir tirando con lo que podamos. Al final tal vez no hay premios ni sorpresas ni cumpleaños que nos llenen por completo el alma. Sigue la vida con sus misterios, dolorosos o no, ya depende de cómo adaptemos nuestra mirada a esa nueva realidad.              

Una taxista en Madrid

Juan José Millás, Que nadie duerma.

Barcelona, Alfaguara, 2018, 212 p.

 

Lo que en principio es una historia que engancha decae al final por cómo se manejan los elementos fantásticos. Estos, si irrumpen en una historia realista, serán verosímiles. Pueden ser mentiras, grandes o pequeñas, pero que, para nosotros como lectores, sea posible aquel acontecimiento. Así que una mujer-pájaro es verdadera en una novela cuando el lector cruza en la narración el límite entre lo real y lo fantástico y no siente incomodidad alguna, como el andar diario del trabajo a casa, que de tan Millás

repetitivo no conlleva dificultades. No es el caso en Que nadie duerma, pues el cruce de ese límite se asemeja al acto dificultoso de atravesar una cuneta ancha sin las suficientes agilidad y destreza.

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Crimen sin resolver

Los enamoramientos. Javier Marías.

Bogotá. Alfaguara, 2013, 401 p.

 

los-enamoramientosLa novela de Javier Marías ha sido premiada en varias ocasiones y traducida a 29 idiomas. Un crimen a navajazos recibe al lector en la primera página del libro. El muerto es Miguel Desvern, casado felizmente con Luisa, y padre de dos hijos: una niña y un niño. Así que, como típica novela negra, el punto luego será saber por qué lo mataron y quién lo hizo.

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El olvido, siempre el olvido…

Juan Gabriel Vásquez, Las reputaciones.

Alfaguara. Bogotá, 2013, 139 p.

las reputacionesPareciera que la historia de Colombia está íntimamente ligada al olvido. Cada día tenemos tanta barbarie que, de forma hábil, nos sorprende solo lo que pasa en el día o la semana. Porque más atrás no somos capaces de recordar. Lo dice Juan Gabriel Vásquez en Las reputaciones, respecto, por ejemplo, de Ricardo Rendón: ya nadie lo recuerda. Y así podríamos enumerar cantidad de personajes públicos que pasan al olvido, sus canalladas, su valentía y arrojo, sus atrocidades, en fin.

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El pintor y sus súcubos

La guitarra azul, John Banville.

Bogotá. Alfaguara, 2016, 287 p.

“Todo el mundo piensa que ser pintor es fácil si tienes ciertas habilidades, dominas unas cuantas reglas básicas y no eres daltónico”.

John Banville, La guitarra azul.

Es una mirada peculiar la que nos ofrece John Banville en La guitarra azul. El protagonista, Oliver Orme, es un pintor que ha decidido abandonar su oficio. Este es uno de los tantos dramas de la novela. Porque la historia más interesante es sin duda alguna la de su amorío con Polly, la esposa de su amigo Marcus; la muerte de su pequeña hija, que ha tenido con Gloria, su esposa actual; y descubrir más adelante que Gloria igualmente se ha liado con Marcus o que Polly ha encontrado su alma gemela tal vez mientras estuvo con él.

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